Lejos de poder vivir con lo nuestro
La Argentina necesita de una adecuada inserción comercial en el mundo para poder consolidar su desarrollo
Siendo un pequeño país desde el punto de vista económico y comercial, la Argentina no ha dado en la tecla desde hace muchas décadas en un aspecto crucial para su desarrollo: cómo insertarse en el dinámico mundo comercial. Reflejo de esto es la tendencia declinante que muestra la participación argentina en el comercio mundial desde los años 50.
Para lograr una adecuada inserción comercial los países cuentan con diferentes políticas, entre ellas, las destinadas a la protección de ciertos productos. Por ser una herramienta de política, la protección industrial no es buena ni mala per se. Es buena si el producto protegido tiene potencial para satisfacer en un lapso razonable los objetivos nacionales consensuados; no lo es si consume recursos que podrían ser asignados a mejor uso con otros productos para satisfacer dichos objetivos.
De un trabajo realizado por Graciela Peri, que estudia las protecciones efectivas emergentes de las decisiones gubernamentales de los últimos años, surge que la Argentina incentiva, principalmente, a las cadenas de valor automotriz, del vino y del calzado. Asimismo, pero con valores mucho menores de protección efectiva (TPE) positiva se encuentran la industria del cuero, la molienda del trigo y el aluminio. Observando la tendencia en el comercio mundial de estos productos protegidos, se encuentra que varios de ellos disminuyen o mantienen su participación en el comercio global entre 2001-2008. La caída más acentuada se da en automóviles, que detentan la mayor TPE, pasando de representar un 2,35% al 1,42% del comercio mundial. La excepción se da en la molienda de trigo, industria que aumentó significativamente su participación durante el período relevado.
Las cadenas castigadas por las políticas relacionadas con el comercio exterior analizadas por Peri forman parte de los sectores agrícola y minero: petróleo, soja, trigo, carne y cobre. A diferencia de lo que sucede con los productos promocionados, la participación de estos bienes en los flujos comerciales mundiales aumenta, o en su defecto se mantiene. Vale destacar el dinamismo mostrado por el petróleo, soja, aceite de soja, trigo y cobre.
Una primera conclusión, entonces, es que la mayoría de los productos promocionados por la Argentina pierden dinamismo en el comercio mundial, mientras que son castigados aquellos que crecen por encima del promedio de las exportaciones globales.
Por otro lado, al observar cómo ha variado la porción que representa cada uno de los productos considerados en el total exportado por la Argentina, se infiere que algunos de ellos se comportan de manera consecuente con el nivel de protección otorgado. Cadenas beneficiadas como automotores, vinos y harina de trigo aumentan sus participaciones en las ventas totales del país entre 2001-2008, en tanto que bienes perjudicados como cobre, petróleo y trigo disminuyen la porción que representan de las mismas.
Pero existen algunos productos que no responden a esta lógica, y su participación en las exportaciones varía de manera contraria a lo que podría esperarse por el nivel de protección elegido para ellos. Los casos más resonantes son los de la industria del cuero y del calzado, que, a pesar de la protección otorgada, durante el período de estudio disminuyen sus respectivas participaciones. A su vez, encontramos que las cadenas de la carne vacuna y las que constituyen el complejo soja aumentan sus participaciones en las exportaciones totales argentinas, a pesar de la desprotección en la que se encuentran.
Si se analiza la evolución de la participación de las exportaciones argentinas de cada producto en el total comerciado del mismo a nivel mundial, surgen observaciones similares. La única diferencia es en que la cadena de valor del cuero, que si bien disminuye su participación en las exportaciones totales argentinas, la aumenta en el total comerciado en el mundo.
Por tanto, una segunda conclusión es que las políticas vinculadas con el comercio exterior definidas por el gobierno actual no arrojan los resultados esperados en ciertas cadenas de valor consideradas claves. Algunas de ellas, aún con altas TPE pierden posiciones no sólo en la estructura comercial argentina, sino también en su comercio global. Por el contrario, existen otras que a pesar de la desprotección y las políticas perjudiciales para su desarrollo continúan creciendo por encima tanto del promedio de las ventas totales argentinas, como de las ventas de sus competidores en el mercado mundial.
La importancia de las conclusiones expresadas debería contribuir a incentivar el intercambio de ideas respecto de la modalidad de inserción de la Argentina en el comercio internacional y las políticas diseñadas con tal fin. La promoción de sectores que pierden dinamismo en el comercio mundial y el desincentivo de aquellos que vienen ganando participación en los valores comerciados por el mundo pueden acarrear serios problemas a mediano y largo plazo. Argentina debe adecuar su estructura de comercio de acuerdo a las tendencias mostradas por el mercado internacional si quiere mejorar su inserción comercial y revertir su tendencia decreciente en el comercio mundial. Además, es necesario incentivar y desviar recursos hacia aquellos sectores que estén en condiciones de crecer y ganar en competitividad gracias a estas medidas.
Lejos de poder vivir con lo nuestro, Argentina necesita de una adecuada inserción comercial que le permita superar los estrechos límites de su mercado interno, y se convierta, así, en motor de su desarrollo.
Ernesto S. Liboreiro y Agustin Tejeda
Para LA NACION
Los autores son economistas de la Fundación INAI
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